
Biografía
"El privilegio de una vida es convertirse en quien realmente eres"
Carl Jung.
Raquel Sofia Oletta Sandoval
Escoger una carrera universitaria no fue una labor fácil para mi, tenía una vocación plural, extendida en el campo de las humanidades, y finalmente me decanté por el derecho por una razón práctica: de las tres profesiones seleccionadas como optativas, en este orden, psicología, derecho y sociología; fue la segunda la que ofrecía un cupo disponible para mí en la Universidad Central de Venezuela de Caracas, mi ciudad natal.
Los estudios me situaron en un lugar amable de la existencia: la universidad, mi alma mater, tierra fértil para sembrar los sueños, un lugar de encuentro y conocimiento, donde mi curiosidad por saber acerca de ese animal político de Aristóteles, dotado de ánima (alma), y en estrecha vinculación con los otros en la polis (ciudad), se vió colmada.
Afortunadamente el derecho no dejó de vincularme a la psicología, porque durante la carrera y su ejercicio, era evidente que ambas disciplinas parecían indisociables, arraigadas en el mismo objeto de estudio: el comportamiento. Aunque con una sutil diferencia. La psicología lo estudia en su forma más pura, asociada al ser del hombre, a su alma; mientras el derecho se ocupa de regular ese comportamiento en sociedad, en el ámbito del deber ser. Yo escogí el "deber ser" y trabajé durante muchos años como abogada, pero nunca descuidé el "ser", porque acompañé con empatía a mis clientes en la defensa de sus derechos e intereses, en labores de mediación y en la resolución de sus conflictos legales.
En este contexto el protagonismo de lo psicológico se hizo patente, porque trabajaba como abogada de una compañía de seguros, y mi misión era defender a conductores de vehículos acusados por delitos de lesiones, con motivo de algún accidente vial. Resulta que este tipo de delitos tienen un atenuante en la pena porque se cometen sin dolo, sin intención de dañar, se presume que nadie quiere lesionar de forma voluntaria a otra persona al conducir: se trata de un "accidente". Pero si bien es cierto que la pena disminuye, la responsabiliadad por la reparación del daño se mantiene, porque se parte de la premisa de que los seres humanos tenemos libre albedrío para elegir nuestros actos y responsabiliazarnos por sus consecuencias. Caí en cuenta de que esta involuntariedad, este daño infligido sin querer o por ignorancia, era un comportamiento similar a los actos fallidos, lapsus y otras conductas que en psicología pertenecen a la esfera de lo inconsciente. Esto me motivó a saber más acerca de este territorio misterioso, donde nuestra libertad se limita y estamos a merced de una fuerza desconocida que quiere ser conocida. Sentí que en el derecho y en la vida siempre somos responsables de lo que nos pasa y que la ignorancia nunca es una excusa válida. Hay que conocer para ser en libertad y tomar las riendas de la propia vida con responsabilidad.
Desde entonces me acerqué más a la psicología y al conocimiento profundo de mí misma. Inicié análisis personal y me interesé por Carl Jung y su psicología politeista del inconsciente, con rasgos afines a esa vocación por lo plural en mí. Comencé en el Centro Junguiano de Caracas donde estudié los conceptos básicos y continué durante años con Talleres de Mitología Griega con enfoque Arquetipal. Fue maravilloso darme cuenta que los mitos eran mucho más que literatura de un pasado remoto, descubrí en ellos historias vivas que hablaban a través de nuestras penas y fantasías y se mostraban por medio de la imaginación. Reconocí en esos relatos modelos básicos para comprender los sucesos de mi propia vida, un saber de mis emociones que me permitió elaborar una narrativa plena de sentido acerca de mi mito personal. Con esta experiencia aprendí mucho de psicología, pero aprendí más en el transcurso de mi vida, en las experiencias de plenitud y sobre todo en los momentos de vacío, pérdidas y precariedad: es allí cuando el alma se muestra.
Esta era la psicología que me interesaba, una disciplina que no se limita a la fisiología del cerebro, la estructura del lenguaje, la organización de la sociedad o el análisis de la conducta, sino que, sin negar el valor de esos aportes, se focaliza en las emociones y los procesos de la imaginación. Una psicología del alma que se convirtió en un instrumento de autoconocimiento y en un estilo de vida. Tenía claro que el trabajo en el deber ser había concluído y empezaba mi camino en el cultivo profundo del ser y hacer en el mundo.
Fiel a mi vocación plural, comencé un camino migratorio que me llevó a una ciudad de encuentro como ninguna: Barcelona. Allí viví, estudié, continué con mi análisis personal, hice amigos entrañables y formé una familia. Y después, al sur de California, donde emprendí una nueva andadura como maestra y Acompañante Psicológico.

Curriculum
"Es preferible un solo maestro de vida frente a mil maestros de la palabra"
Maestro Eckhart
Raquel Oletta es Abogada por la Universidad Central de Venezuela. Master en Psicología Analítica por la Universidad Ramón Llull de Barcelona. Postgrado en Didáctica del Español como Lengua Extranjera por la Universidad de Barcelona.
Realizó el Curso de Conceptos Básicos de Psicología Analítica en el Centro de Estudios Junguianos de Venezuela y Talleres de Mitología Griega con enfoque Arquetipal con la psiquiatra miembro de la IAAP, Dra. Magaly Villalobos, en Caracas.
Hizo análisis personal con la psicoterapeuta y miembro de la IAAP, Malka González Bayo (8 años. 324 horas), en Barcelona. Cursó estudios de Psicología por la Universidad Oberta de Catalunya, y estudios de Doctorado en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona.
Es locutora por la Universidad Central de Venezuela y el Instituto Kubbeck de la Universidad de Miami, y completó el programa de Early Childhood Education en el Santa Ana College, en el sur de California.
Vive y trabaja como maestra y Acompañante Psicológico en Orange County, California, Estados Unidos.
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